El baloncesto español necesita un debate. Una reflexión que ya se hizo en la NBA. En la ex Yugoslavia. En Italia y especialmente en Grecia.
No seré yo el que se ponga estupendo y muy digno hablando de juego limpio, pureza y nobleza en este deporte. Siempre me rebelé cuando hace ya muchas décadas empecé en esto del baloncesto y mis colegas futboleros, me decian que era un deporte de maricones porque si tocabas al contrario te acababan echando del campo. Ademas para ahondar en sus tesis de mariconeo se reían de que los jugadores se saludaban permanentemente, incluso se tocaban el culo al entrar y salir del campo.Tambien confesare que he disfrutado mucho viendo los 1x1 de
parejas de jugadores. especialmente entre pivots, rivales historicos. ¿Quién no
se acuerda de Dino Menegin contra Rafa Rullan? ¿O de Audi Norris contra Fernando
Martin? O aquellos Bad Boys de Detroit Pistons contra Lakers.
Pero de pronto el contacto físico licito y el cada vez más ilícito
contacto, se convirtió en un buen recurso para ganar.
Y de pronto los partidos de baloncesto se convirtieron en
batallas campales que acaban con más frecuencia de la deseada en peleas y
tanganas con expulsados permanentemente.
Fue la llegada de David Stren al comisionado de la NBA
cuando se empezó a poner coto a esta situación. Asi se acabo con las imágenes de
cada jornada en las televisiones reproduciendo peleas todos los dias.
Después fue la antigua Yugoslavia, amparados sus equipos por
los rectores de la FIBA, los que dejaron de proteger las actitudes chulescas y
violentas que acabo con un baloncesto macarra que dio paso a la época del
baloncesto más genial y atractiva que se ha visto en la vieja Europa.
Caso muy parecido sufrió Grecia donde el primer aliciente de
los partidos era pegarse con la afición del equipo contrario y presumir de
tener el pabellón donde más objetos se lanzaban. Nunca se me olvidara la
botella de agua llena que me rozo la cabeza, en el pabellón de la Paz, que
paradoja de Atenas, y al estrellarse en la silla de al lado la rompió como si
fuera de cristal.
Y mención especial para el caso de Italia donde presumían y
te contaban sus entrenadores en las conferencias. Que si haces 10 faltas te
pitan 6 ó 7. Pero si haces 30 no se atreverán a pitarte más de 10 ó 12. Eso sí
cuanta más clara sea la falta más hay que protestarla.
Sinceramente creo que hasta ahora en España no habíamos vivido
algo parecido. Seguramente por las características de nuestra competición muy
polarizada en dos clubes, con dos o tres aspirantes y los demás jugando otra
liga.
Pero hace un tiempo que se ha descubierto que la diferencia
presupuestaria entre los equipos se puede paliar a base de repartir más palos
que en un embarcadero. Aunque al final acaban ganado los de siempre.
¿Por qué tanta
preocupación entonces?
Pues sencillamente porque hoy estamos en manos de la
interpretación que hacen del reglamento los arbitros y los comités sancionadores.
Y digo interpretación y no aplicación.
Una consideración. Yo no creo que los arbitros de baloncesto
sean tan tendenciosos como los de futbol. No creo que tengan predisposición a
que gane uno u otro. Lo que digo es que como no se sienten. Arbitros.
Entrenadores. Jugadores y directivos a analizar que está pasando no se correguira
el que hoy gana o pierde el equipo al que le favorezca el criterio arbitral.
Mirad los datos de estos ultimos play off. En el último
partido del cruce Barça/Unicaja. Con el partido igualado al descanso. El Barça
sube los niveles defensivos del tercer cuarto a muerte y le pitan una falta al
final del cuarto y en los ultimos siete minutos si embargo está tirando libres
por bonus. Resultado, partido resuelto en el tercer cuarto. Similar característica
que en el segundo partido en Barcelona que los locales controlaban sin
problemas hasta que Unicaja decide que sobre los cobardes no se ha escrito nada
y sale a morir matando. Resultado empate a uno en la eliminatoria con una docena
de pérdidas de balón del equipo de casa sin que se pitara ni una sola falta.
O en el otro cruce, donde al jugador más determinante de
Europa y la liga española. Edy Tavares, que por su envergadura y a veces falta
de cabeza juega siempre rozando la falta de ataque y defensa. Le pitan la
primera falta de la serie a mediados del tercer partido. 10 cuartos sin pitarle
ni una falta. ¿Cómo es posible?. No es de extrañar las declaración del bueno de
Carles Durán pidiendo un poco de respeto.
El problema es que las interpretaciones del reglamento. Las
formas de pitar hacen a un equipo campeón o muy vulnerable. Y eso no puede ser.
Porque el que aguanta manotazos. Bloqueos “asesinos”. Y contactos permanentes
con o sin balón acabara devolviendo los golpes y se acabara liando. Porque no puede
ser que una falta al intentar robar un balón en contraataque se señale como
antideportiva, que lo es, y un puñetazo de desesperación que lía la marimorena
en el campo y en una eliminatoria tenga el mismo castigo. Porque un golpe en un
brazo al saltar a taponar no es lo mismo que la rotura del tabique nasal,
aunque las dos opciones sean faltas.
Y porque dejar jugar uno contra uno a los hombres altos
cuerpeando y chocando se convierte en ilícito cuando aparecen los ayudantes de
la línea exterior y en lo que se santigua un cura loco le han pegado al
atacante hasta cambiarle el color de la piel de los brazos.
Hoy empieza la final de la ACB. Ojalá los arbitros mantengan
los mismos criterios de arbitraje desde el minuto uno hasta el final de la
eliminatoria. Y eso sí. Que luego gane el mejor.
Cuidaros.
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