lunes, 10 de marzo de 2014

LA MAYOR INFAMIA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA. 11 DE MARZO DE 2004

Han pasado diez años y si no fuera por lo dramático de la situación la teoría de la conspiración resultaría hilarante.
En cuanto se produjeron los atentados en plena campaña electoral con el Psoe recortando los diez puntos de desventaja con el que partió la campaña y con prácticamente un empate técnico en las encuestas. El Presidente que nos llevó a la indigna guerra de Irak, que seguía sin encontrar las armas de destrucción masiva, llegó a la conclusión con sus ilustres asesores que si la ciudadanía vinculaba los atentados con dicha guerra, cosa obvia por otro lado, perderían las elecciones. Y entonces copiando la trama de la película “La cortina de Humo” de Barry Levinson donde el Presidente de los Estados Unidos tras ser pillado in fraganti en una situación escandalosa unos días antes de su reelección, decide inventarse un conflicto que desvíe la atención de la prensa de su affaire. Uno de sus consejeros se pone en contacto con un productor de Hollywood para crear una cortina de humo: una guerra en Albania a la que el presidente pueda poner fin heroicamente ante las cámaras de televisión. Dustin Hoffman y Robert De Niro protagonizan una de las películas de culto de la manipulación política.
Y así nació la teoría de la conspiración que consistió en involucrar a los malvados socialistas y a los criminales etarras en una conspiración para adueñarse del País manipulando el resultado electoral. Ellos y solo ellos habían causado los atentados y los habían disfrazado como si fueran islamistas. Puestos manos a la obra contrataron a su particular director de cine, Pedro José Ramírez y dispusieron de todos los medios afines. El mundo, la Cope, Telemadrid….etc.
De nada sirvió la celeridad de la policía en la investigación que minuto a minuto confirmaba las sospechas que apuntaban al ataque islamista. Ni el rigor de la investigación judicial. Ni que no se encontraran pruebas de la conexión con ETA, que por cierto se apresuró a desmentir que fueran ellos. Ni que entre a los más de 150 detenidos de ETA no se les pudiera sacar ni una implicación de la banda con los atentados. Ni que jueces como Garzón anunciaran públicamente que había una orden de Moncloa de colocar el atentado a la banda armada vasca.
El gobierno a través de su portavoz el ministro de Interior Acebes encontrar de todo el mundo incluidas las fuerzas y cuerpos de seguridad insistía en las comparecencias en la teoría de la conspiración. De nada les sirvió se celebraron las elecciones después de un intento de aplazamiento desde el Gobierno en el que tuvo que intervenir la mismisa casa real y la ciudadanía castigo con toda su crudeza a los creadores de la conspiración.
Sin embargo la maldad continúo. El tiempo, el trabajo profesional y las evidencias han desmontado uno por uno los argumentos conspiranoides. Pero no se pudo evitar el juicio paralelo. Aun así, ni el empeño del Gobierno en afirmar que fue ETA. Ni el embustero Trashorras que luego ha confesado que le divertía distraer y generar confusión al que los medios vociferantes de la teoría convirtieron en testigo fiable y en uno de los principales actores de la trama. Ni las famosas mochilas que manipulo intencionadamente el comisario según la trama al que le llamarón asesino con todas las letras y ningún tribunal tuvo a bien imputar a los calumniadores a pesar de las denuncias del propio comisario que veía como entre otras cosas se quedaba sin familia. Ni la demostración palpable que el explosivo fue Goma 2 ECO y no los habituales usados por ETA como pretendió vender la teoría conspiratoria. Ni el llamado caso del ácido bórico que pretendía vincular a ETA con los yihaidistas y que los peritos judiciales concluyeron en un vulgar compuesto de matacucarachas. Ni el famoso temporizador encontrado en un piso donde dormían los autores del atentado y que según uno de sus abogados era igual a uno incautado a ETA y que resultó ser un temporizador de lavadoras. Ni aquel titular escandaloso del Mundo que afirmaba que se había encontrado una tarjeta en la furgoneta que llevo a los terroristas hasta la estación de Alcala de Henares que era del Grupo Mondragón y por lo tanto apuntaba al norte. Luego resulto que lo que había en la Kangoo era una cinta de la Orquesta Mondragón que no tiene nada que ver, más allá del nombre, con el grupo empresarial Mondragón.
Aun así se siguió haciendo daño, dividiendo a la sociedad y llevándose por delante vidas profesionales, sentimentales y físicas como la de la mujer de Rodolfo Ruiz.
Hoy casi diez años después nadie de los que diseñaron la teoría de la conspiración personificados en José María Aznar y Angel Acebes, ni ninguno de los medios informativos cómplices han pedido perdón. Ni una palabra de consuelo por haber generado incertidumbre y haber causado tanto dolor. Hoy siguen escondidos entre el dolor de los familiares de las víctimas. La mayoría de ellas siguen mostrando muchísima más dignidad y siguen sin pasar factura a los que utilizaron su desgracia y su dolor por una estrategia de poder para intentar conseguir un beneficio electoral.
Al fin y al cabo ese dolor y entre otros la esposa del comisario Ruiz para estos indignos gobernantes y periodistas eran daños colaterales.
La esperanza de verlos algún día en un banquillo respondiendo ante la justicia persiste.
Cuidaros