lunes, 30 de julio de 2012

Política. Ahora más que nunca



Hasta las últimas elecciones generales, en este país todo era más fácil. La temida crisis que comenzó en 2007 tenía un único culpable, el señor Zapatero.

Todo era cuestión de confianza y falta de credibilidad política porque los mercados no se fiaban del Sr. Zapatero.

Y con una simpleza insultante el PP convenció, prácticamente a toda España, que cambiando al Sr. Rajoy por el Sr. Zapatero todo estaba resuelto.

Unos pocos meses después los problemas, ya sin Zapatero en la Moncloa, se agravan mas cada día, el gobierno se contradice a diario y lo que es peor el mensaje es desolador, todo va a ir a peor, no hay de momento luz al final del túnel, y si alguien muestra algún síntoma de esperanza o sencillamente no se muestra taciturno y triste es un hereje.

Bueno pues yo no quiero morir sin una sonrisa en el rostro. Me niego a que los dirigentes de mi país me lleven por la senda de la desesperación, del pesimismo, del no hay nada que hacer, porque lo dicen los mercados.

Ya. Pero alguien dirá: ¿y qué hacer?

Bien no seré tan prepotente de dar recetas que otros no encuentran, pero si me atreveré a mirar la historia.

Acababa el siglo XX cuando el Estado en el que vivíamos presumía de haber conseguido un logro histórico, vivíamos en el Estado del bienestar. En lo, poquito de siglo XXI que llevamos están empeñados en una loca carrera para su desmantelamiento y liquidación.

Esencialmente creo que lo que ha cambiado aprovechando esto de la crisis y los dictados de los mercados es haber olvidado la misión del Estado.

 El Estado no es más que administrar los recursos públicos, los derechos individuales, cívicos y sociales de los ciudadanos.

Garantizando la libertad, educación, sanidad, seguridad, servicios públicos y administración de justicia.

Por eso quiero oponer esta idea histórica del Estado a la actual tendencia a liquidarlo montando toda una ofensiva en toda regla contra la función publica.

Parece que para romper la caída económica es más eficiente recortar los salarios y derechos de los trabajadores públicos que perseguir el fraude fiscal, por poner un ejemplo.

Si esta ofensiva no se detiene será imposible que el Estado cumpla su función.

Los logros del siglo XX, se convertirán en la ruina del siglo XXI.

Seria importante que devolviéramos a nuestros representantes el poder democrático legítimo que le corresponde y que fueran ellos y no los tecnócratas de los denominados mercados, lo que tomen las decisiones que afectan a la ciudadanía.

Tampoco vendrían mal, ya puestos, que nuestros representantes dejen de mirar más allá de sus intereses inmediatos, y busquen intereses coletivos.

Es hora de pensar en el bien común por encima del bien individual. Es hora de convertirse en hombres de Estado.

Por último, otra comparación histórica recordar que en anteriores crisis económicas.(El crack del 29.El lunes negro del 87…etc). Ha salido siempre mas reforzado el que invierte que el que ahorra, el emprendedor que el conservador. No se acaba con el paro recortando salarios para que no haya gasto, no se acaba con la crisis recortando derechos.

¿ No sería mejor un Estado que generara obra pública para que esta creara empleo?. ¿Que hiciera circular el dinero en lugar de meterlo en los bancos para mayor pecunia de sus directivos?.

Algunos pensamos que cuando hay problemas graves sociales lo que hace falta mas que nunca es la Politica.

Desde el negativismo nunca se ha creado nada.

Cuidaros